Justo antes de venirme a Buenos Aires me puse en manos de un amigo dentista para que me arreglara (en la medida de lo posible... no era una tarea fácil...) las preciadas piezas de marfil que tenía dentro de mi cavidad bucal... Todo el mundo me decía que por qué no lo dejaba para cuando estuviera acá, porque, además de lo conveniente del cambio de moneda, es un país con una gran tradición en el mundo de la odontología y que cuenta con grandes profesionales en dicho campo. Parecía más que razonable el consejo...
...sin embargo hoy di gracias al mundo por haberme hecho tomar esa sabia decisión!!!
¡¡¡No quiero ni pensar en qué usarán acá para hacer una cesárea!!!
Javi, El Gaucho Canario
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