martes, 17 de abril de 2007

FOLKLORE ARGENTINO (I): Las Colas

Inauguro hoy, con este escrito, una nueva sección en la que iré mostrando las usanzas propias de los argentinos... esas costumbres que hacen que este país sea ciertamente distinto...

Les cuento que para un argentino una cola no es simplemente una hilera de personas que esperan vez... es mucho más que eso... es una forma de vida!! Es más, yo diría que incluso llega a ser una necesidad fisiológica...

Ayer, por ejemplo, tuve que hacer cola para buscar el Certificado de Antecedentes Penales (...y no era mejor no preguntarlo?? ...pensaba yo...). Para ello tenía que salir del edificio en el que se realizaba dicha gestión (sólo a mí se me ocurre entrar directamente ahí), doblar la esquina y, luego de caminar otra cuadra, llegar hasta un tipo que me aseguraba, con voz temblorosa, que ya nunca podría ver cómo su primogénito decía “papá” por primera vez.
Lejos de desanimarme, yo que venía preparado para la ocasión, hice uso de mi Mp3 con batería cargada hasta la última rayita... Antes de llegar a la primera esquina, esa misma rayita parpadeaba incesantemente, mientras, en mis auriculares, se iba diluyendo el melodioso canto de Manolo García, interpretando uno de los temas que llevaron a los más alto a El Último de la Fila.

Después de dos horas de cola, se empezaba a divisar la entrada al edificio... para entonces ya se habían producido tres cambios de guardia y 18 ahoravuelvoquemevoyatomaruncafecito, por parte de algún funcionario ultraproductivo.
Por fin entré y me dieron mi número... el 382!!... casi nada!!... pero lo mejor de todo es que la cosa no terminaba ahí!! La cola que hice durante toda la mañana, no era más que para tener mi número y poder obtener mi dichoso papelito!!!!
En definitiva, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡UNA COLA PARA NO HACER COLA!!!!!!!!!!!!


A la tarde, finalmente, conseguí pasar mis huellas por el escáner y salir del dichoso edificio, no sin que antes me recordaran que tenía que volver a buscar el documento definitivo justo en una semana, porque pagué el precio del “trámite para pobres”. Esto es:
- si pagas mucho, te lo damos todo hoy...
- si pagas un poco menos, vuelve mañana...
- ...y si pagas el precio mínimo, reza por no verte envuelto en un atraco a mano armada en lo que queda de semana!!!


En lo que abandonaba el lugar, pasé al lado de una cabina telefónica y escuché al señor que estuvo delante de mí en la cola, hablar emocionado con su hijo, deseándole, entre lágrimas, toda la suerte del mundo en su inminente ingreso en el servicio militar.

Pero no vayan a pensar que esto es normal, porque se trataba de funcionarios y “eso ocurre en todos lados”..... De verdad que es impresionante la cantidad de personas que se puede juntar una detrás de otra... y lo más curioso es que es una de las pocas ocasiones en las que acá existe un respeto casi absoluto para con el prójimo. Es como si, en el fondo, todos albergaran la esperanza de, sea en lo que sea, ganarse el súper-premio de “El Cliente Un Millón”.

Les voy dejando que tengo que ir preparando el tupperware para la excursión del martes que viene.

Javi, El Gaucho Canario
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