La verdad es que no tiene demasiado que ver, pero me vino a la cabeza... ¡qué años aquellos! ¡Qué estilismo!
O quizás sí tiene que ver, porque, en realidad, de lo que les quería hablar hoy era del concierto del sábado pasado:
Esto es una iniciativa de una emisora de radio que congrega cada año a cientos de miles de personas en el Barrio de Palermo para asistir a un concierto de Música Clásica. Y dije bien... ¡¡cientos de miles!! Era impresionante la cantidad de gente que se agolpó para disfrutar de este espectáculo, confirmando una vez más que la palabra 'Gratis' debe catalogarse, sin duda alguna, como 'Afrodisiaco Universal'.
Justo el domingo, un día después, me llamaba mi madre para decirme que 'es que nunca haces cosas culturales'. Lamentablemente parece que Fernanda no lee mucho esto y no se enteró aún de que SÓLO hago 'cosas culturales'...
La propuesta me parece maravillosa. Y seguro que a Mozart le habría encantado.
“No sé yo... para mí que él era más de reuniones íntimas”. ¡Normal! ¡Como para estar saliendo por ahí con esas pintas!
Pero a ver si creen que a Wolfgang no le iba a gustar salir al escenario de un estadio de fútbol, repleto hasta la bandera, con 200 mil personas entregadísimas a su creación y brincando como bestias al ritmo del Allegro Vivace de la 'Júpiter'. Por supuesto, nuestro Mick Jagger del siglo XVIII también sabría manejar el tempo del recital a su antojo y, en el momento indicado, animaría al público asistente a que encendiera sus mecheros al ritmo de 'una lenta'. De esta forma, al compás del 'Nocturno', la cancha se llenaría de estrellas y las parejas se apretarían un poco más. Y se abrazarían fuerte. Y se amarían. Y culminaría este momento con la entrega apasionada de su 'Flauta Mágica'.
Por supuesto que sí. ¿Cómo no le iba a gustar?
El recital del sábado además hubiese sido uno de esos conciertos benéficos en el que las máximas figuras contemporáneas se hubiesen unido solidariamente para brindarnos sus mejores composiciones y terminar entonando un 'güiardeguorl', de esos que te dejan la piel de gallina, con violoncello, tuba y clavicordio.
Desde que, ante el Monumento a Los Españoles, comenzaron a sonar los primeros tambores de 'Así habló Zaratustra' hasta que Tchaikovsky (que, por cierto, es el favorito de mi padre... seguro que por el nombre de vodka caro que tiene...) se apareció para cerrar con su 'Obertura 1812', adornada por cañones y fuegos artificiales, la noche fue dejando míticos e inovildables destellos musicales.
Por suerte, el pequeño incidente que tuvo lugar cuando se intentó politizar el acto, arrancando los únicos silbidos de la noche, pasó prácticamente desapercibido entre arias de Rigoletto y Rapsodias de Gershwin.
Lo más curioso de todo es que no apareció Mozart en toda la noche.
Javi, El Gaucho Canario
Comentarios a: elgauchocanario@gmail.com
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