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Alcanzas la entrada más cercana del subte, que estaba tan sólo a una cuadra. Por lo menos esta vez tuviste suerte...
...pero la suerte no iba a ser eterna. Olvidaste tu 'subtecard' en casa y no te iba a quedar otra que comprar el ticket para poder viajar. Observas que en la boletería se atiende al público en dos colas. En la primera, unas 24 personas se desplazan a un ritmo de 2 personas por minuto, mientras que en la segunda, que se forma frente al cartel de “Pago Exacto”, se mueve con gran agilidad. Mientras rebuscas en tu bolsillo entre tus monedas, te acuerdas de los 5 cts. que te negaste a rescatar del suelo porque “por 5 cts. no voy a poner en riesgo mi columna vertebral”. Así que con tus 50 pesos y 85 cts. esperas pacientemente tu turno, intentando consolarte recordando el sabio proverbio:
“Viajes en la que viajes, la otra cola siempre será más rápida”
Con el ticket, por fin, en la mano, pasas por el torno que accede al tren, mientras escuchas el sonoro silbato que anuncia que las puertas ya se cierran y que ‘quien no se ha escondido, tiempo ha tenido’.
Ves cómo en tu reloj pasan otros 16 minutos. Cuando por fin alcanzas a ver una pequeña luz que se aproxima al final del túnel, compruebas que detrás de ti se acumuló una ingente cantidad de individuos bailando y cantando:
Video: preparación para entrar en el Subte ("El metro")
Y así fue. Descuidaste la defensa y la muchedumbre que se bajaba en tu parada te arrasa. Sin ningún tipo de miramiento te empujan, te pisotean, te insultan... sientes que uno llegó a morderte el brazo y otro se llevó, durante tu distracción, tus 50 pesos.
Entretanto debilitaste tus flancos, con lo que los All Blacks se colaron en peso en tu vagón. No te queda otra que rogar por un hueco en el tren. Por poco te quedas fuera. Ahora tienes que agradecer de buena gana ir pegado a esa puerta con pinta de abrirse con sólo mirarla, sin conseguir una barra de la que agarrarte y con el sudoroso sobaco en la cara del que “yo prefiero ducharme por las noches..................... cada tres días”.
Llegas a la parada siguiente con la esperanza de que descienda la mitad del pasaje. Antes lo pensaste, antes sucede: bajaron dos, subieron catorce. Al menos una del grupo nuevo, haciendo gala de un potente escote, se para justo delante de ti, con lo que el paisaje humano se torna florido y salvaje. Ahora ya no tienes ganas de que llegue la siguiente estación...
... o sí!! Porque mientras te distraías ante semejante espectáculo, relajaste la retaguardia, lo que dio pie a que algún tipo se internara en el área chica hasta llegar a golpear el palo. No puedes hacer nada más que confiar firmemente en la dureza del tejido de tu elegante traje. Ni siquiera puedes girarte para ver quién es, porque estás encajado como un bloque en la segunda línea del Tetris.
Por fin llega la siguiente parada.
- ¡Ojalá se baje el detrás!... si no, soy yo el que desciende. Lo juro.
Dicho y hecho. En la siguiente parada se baja el detrás... y la chica de delante... y tú. Y el resto de pasajeros. Anonadado escuchas por los altavoces que se acababa de interrumpir el servicio, porque los trabajadores del Subte se declararon en huelga. ¡Y ya van 12 paros este mes! Parece ser que esta vez protestan porque no engrasaron bien los tornos.
¡Vaya día llevas! Asciendes a la calle y decides tomar una rápida decisión...
- Si decidiste que lo mejor que te puede pasar es disfrutar la ciudad desde el colectivo, vete a "Mejor en guagua"
- Si decidiste que no hay nada como respirar el aire fresco de la mañana, vete a "Un paso p´alante, dos pasos p´atrás"
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