lunes, 14 de abril de 2008

Buenosaireslandia: "Mejor en guagua"

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Llegas a la parada. Perdón. Llegas a UNA parada. En ese momento no tienes muy claro qué número es el de tu colectivo. Lo que faltaba. ¡Qué te costaba sacar la Guía T!


‘Ése es. Me suena’ - piensas. Cuando vas a pagar y buscas en el bolsillo, compruebas que no te alcanza con lo que tienes.

- Chófer, le molesta si le pago con 85 cts., que justo se me cayeron antes 5 cts. y...
- Iiiiiiiiiiiiiiiiiiii (ruido enérgico de freno de colectivo)... Y no sólo eso. Digo más... tssssssschhhhhhhhhhhhhhhh (ruido enérgico de puertas de colectivo).


Buscas el kiosco más próximo para conseguir cambio.
- Perdona, amigo. ¿Tendrías cambio de dos pesos para el colectivo?
- No.
- Y si te compro un Pico Dulce?
- No.
- Y un Bonobon?
- No.


Minutos más tarde estás llegando de vuelta a la parada con tu colección de DVD´s de Olmedo bajo el brazo... y un peso y cinco centavos en el bolsillo.


Llega un colectivo de la mismo línea que antes te dejó tirado. Ahora estás más seguro de que es ese número. Recuerdas haberlo tomado en otro momento...
... obvio, inútil. Hacía cinco minutos que te habían expulsado de ahí. Encima ése iba justo al otro lado de la ciudad, de tal forma que, no sólo te estabas retrasando, sino que además te estabas alejando. Desciendes, esta vez, eso sí, por tus propios medios.



Desesperado acudes a una solución de urgencia. El ‘60’, el 'colectivo universal'. Sea como sea, pasará cerca de la oficina.
Esta vez sí te informas de dónde se ubica la parada para ir al centro y esperas la llegada del micro. Al subirte e ir a pagar el nuevo ticket, caes en la cuenta: ¡el colectivo anterior se quedó con tus monedas!


Desesperado le muestras al chófer el ticket anterior y le cuentas todo lo que te pasó y que no puedes más y que llegas tarde y que... Ese día el colectivero estaba de buen humor (debía ser el único de la ciudad) y, con un sonrisa de misericordia, te bendice y te deja pasar.


Los nervios consiguieron agotarte. ¡Vaya día! Menos mal que hay varios huecos libres y podrás sentarte a descansar plácidamente. Uffff...


Al poco tiempo de reanudar el viaje, el colectivo se detiene en una parada delante de un hospital, momento en el que se suben cuatro ancianos, dos embarazadas, un ciego y un tipo que tenía una enorme venda en la cabeza por un golpe que se había dado haciendo a saber qué.

‘¡Ja! Qué feo. Parece Frankenstein’ – murmuras, creyéndote gracioso.


Lo que no calculaste es que los asientos libres no alcanzaban para todos los nuevos, por lo que, en un acto de (inevitable) educación, tienes que cederle tu lugar justamente a él.

‘¡Ja! Qué feo. Parece Frankenstein... ¡¡que se joda!!’ - comentas, observándolo de reojo, en voz ligeramente superior al murmullo anterior.


El colectivo continúa su viaje mientras, resignado, miras el reloj y suspiras por que el jefe hoy hubiera ejercido de jefe y llegara más tarde que el resto.


Poco a poco, el micro se llenaba siguiendo la ley, en otras ocasiones mucho más agradable, del “todo lo que entra, sale, pero se queda un ratito...”, hasta el punto que lleas a sentir el frío de la ventana contra tu nariz.


En el momento de 'máximo apogeo', a punto de fracturarte el tabique nasal, el colectivo se detiene. El tránsito en la vía estaba totalmente colapsado. Los autos no podían avanzar. Y todavía falta un ratito para llegar a tu oficina.


Tocas el timbre y bajas desesperado del micro. Tienes que resolver esto cuanto antes.


- Si decidiste que tu mejor escapatoria era entrar en el Subte, vete a "Viaje al centro de la Tierra"

- Si decidiste que no hay nada como respirar el aire fresco de la mañana, vete a "Un paso p´alante, dos pasos p´atrás"

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