viernes, 6 de julio de 2007

¡Vaya semanita!

Últimamente, no por falta de ganas, me está costando mucho escribir y si lo estoy haciendo hoy es, básicamente, porque ¡¡¡me obligaron!!! Don Manuel Morales, "Momó" (nada que ver con el recién elegido alcalde de mi querida ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que lo que tiene acentuado no es precisamente la última “o”), creo que el fan número uno del Blog (¡¡hasta pincha en los anuncios de Google!!), me escribió esta mañana un mail, que rezaba lo siguiente:

“El martes 10 de julio saldrá la botella de ron, ya te pasaré el número del envío. Un abrazo y escribe algo, que llevas más de una semana sin dar novedades,
Momó”

Obviamente era imposible negarse ante semejante requerimiento y es que, si leen con atención el texto, queda más que claro que lo que me motivó a escribir fue el enorme cariño de sus palabras... porque, con respecto a la primera parte del texto, no quisiera que se sintieran presionados por semejante detalle de amistad... nada más lejos de mi intención..

Sin embargo, si no estoy pudiendo escribir todo lo que quisiera es porque, afortunadamente, se están dando grandes acontecimientos, que paso a comentar.

El lunes, después de mucho tiempo esperando... de idas y venidas a la oficina... de
cambios de imagen... se concretó mi primer trabajo como ingeniero. Parece que, por fin, la empresa se dio cuenta del coste de oportunidad que estaba asumiendo con la infrautilización de mi talento innato y, con la intención de levantar su rendimiento, tomaron la mejor decisión desde que, en diciembre, la multinacional decidió instalarse en Buenos Aires: sacarme de la oficina.

Qué duda cabe de que, cuanto menos tiempo pase en la oficina, menos riesgo hay de que, conociendo "El pasado de la Familia Rodríguez”, rompa algo. Pero acá no termina todo y es que teniendo en cuenta que hacemos peritajes para compañías aseguradoras, salta a la vista que, la mejor forma de conseguir que entre trabajo es sacándome a la calle para que destroce en el exterior.

De esta forma, el lunes 2 de julio, a las 19.30 horas, tuve mi primera visita a un siniestro. Realmente el alcance del daño que se había producido en la panadería que habían intentado asaltar estaba más acorde con los conocimientos de la
Srta. Fletcher que con los cientos de añ...de horas dedicadas al estudio durante mi paso por una carrera de ingeniería industrial, además de tres Juegos Olímpicos y cuatro Mundiales de Fútbol...


Si bien el caso realmente era sencillo, era una primera toma de contacto con el mundillo y, sobre todo, me ayudaba a aprender a elaborar informes, en los que tendré que escribir de forma "correcta y descriptiva", casi periodística, y, en ningún caso, en el tono con que escribo por acá, toda vez que mi jefe, incomprensiblemente, descartó por completo la opción del coleccionable por fascículos “El olfato de El Gaucho Canario”. (ups! idea!!).

El miércoles se daba otro hecho de alcance: mi primer examen del Máster de Ingeniería. La asignatura en cuestión ya empezaba a ser molesta. Era de hecho la misma por la que había tenido que pasar varios sábados reunido con mi grupo de la clase y que, evidentemente, nada tenía que ver con
cierto tipo de reuniones escolares muy comentadas esta semana por estos lares.
Particularmente llegaba a este examen con el hándicap de haber entrado con dos meses de retraso con respecto al resto de la clase, lo que conllevaba la pérdida de muchas de las clases que se habían impartido durante el curso. Además el siempre socorrido recurso del "último día" de estudio había sufrido un serio revés con “El Misterioso Robo en la panadería de Chema”. Sin embargo, en la tarde del miércoles tenía lugar mi primer examen internacional y, contra todo pronóstico, con resultado bastante brillante... pero lo más extraño es que esta vez no había sufrido tortícolis ni degradación de la capacidad visual por acondicionamiento de la retina para la captación de letra “Times New Roman Tamaño 3”.
¿Me estaré volviendo inteligente después de viejo?


Pero las grandes noticias se seguían sucediendo, una tras otra. Una vez demostrada mi amplio poder deductivo, mi jefe me llamaba para confirmarme que ayer tenía que volver a ocuparme de un nuevo siniestro, un incendio de un generador, de magnitud, sin duda alguna, mayor al anterior.

La verdad es que estoy muy contento de cómo se van dando las cosas de a poquito. El halagüeño panorama que se presume me invita a seguir sonriendo.

Sólo un último dato casi tan lamentable como el día que un amigo, icono de la soltería en nuestra generación y autor de frases tan célebres como “¿Para qué quiero una novia? ¿Para llamarla y contarle lo que hice en el colegio?”, fue consciente de que hacía más de 10 años que compartía su vida con una mujer: aprendí hacerme el nudo de la corbata.

Javi, El Gaucho Canario
Comentarios a:
elgauchocanario@gmail.com


PD: Dedicado hoy con especial cariño a Momó... y al ron!! (que más vale que llegue pronto, porque sabemos dónde vives)

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