miércoles, 8 de agosto de 2007

Teatro de cal, teatro de arena

¡Esto es lo que adoro de Buenos Aires!

El lunes caminaba por mi querida Avenida Corrientes con Irene y Déborah, amigas canarias de visita por el país, cuando de repente vemos una cola enorme que rodeaba casi una cuadra. En principio esto ya
no era motivo para asustarse, pero, por curiosidad, pregunté qué es lo que pasaba. Resulta que como parte del ciclo "Teatro X la Identidad", los actores, en solidaridad con las Abuelas de Mayo, regalan el lunes, su día de descanso, y ofrecen funciones simultáneamente en varias salas de la ciudad.

Como consecuencia de ello, al grito de "Gratis", la gente se había amontonado a la espera de recibir una entrada. Evidentemente, "allí donde fueres, haz lo que vieres", por lo que nos plantamos al final de la hilera con la esperanza de "rascar" algo.

Por suerte entramos y disfrutamos de una de esas obras que hacía tiempo que quería ir a ver. Ya el año pasado me había quedado con las ganas. La obra "Aryentains 2", escrita por el genial y recién fallecido
Roberto Fontanarrosa, mago del humor, muy querido y respetado en el país, es una visión simpática de las costumbres argentinas, muy en la línea de la serie de artículos de este blog "Folklore Argentino".

El reparto era excelente y ciertamente disfrutamos de un par de horas de exquisito humor.

Pero como todo no podía ser perfecto, al día siguiente, por consejo de una simpática y linda amiga alemana, Aline, fuimos a otra obra de teatro en el Goethe Institut. Cumplía casi todos los puntos del día anterior: un ciclo, gratis, Avda. Corrientes,... sin embargo, a los 15 minutos de empezada la obra, mi nuca raspaba el respaldo del asiento.

La obra era un drama alemán ambientado en los tiempos de la dictadura. Y, en honor a la verdad, como drama alcanzaba cotas inimaginables. Tal es así, que, en una tertulia que tuvo lugar al término de la representación, en la que participaban el autor y los actores, éstos últimos confesaban que les había resultado muy complicado interpretarla, ya que no consiguieron entender muy bien el texto, que había sido escrito con un estilo muy peculiar, que excluía casi todos los signos de puntuación.

Yo me imagino al tipo, cuando concluyó su obra, con cara de satisfacción por haber contado la Segunda Guerra Mundial "en dos frases", con tan sólo una coma y un punto... ¡¡¡Si le llegan a dar dos comillas y tres puntos suspensivos, escribe la Biblia y cierra un corte en el pómulo!!!

Javi, El Gaucho Canario
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