jueves, 14 de febrero de 2008

Estampas porteñas (IV): Educación (muy) especial

Como cada tarde, alrededor de las 17.15 hs. (dependiendo de cómo cotice el cambio horario), Mónica espera feliz la llegada del micro color rojo que trae a Maru de la escuela. Sólo alguna vez que estuvo muy enferma dejó de acudir a recibirla, ahí, en Entre Ríos e Independencia. Ella sabe lo importante que es para Maru su apoyo, sobre todo, después de todo este tiempo en que muchos han perdido la fe en su capacidad para terminar con éxito esta etapa.



Cuando llega 'El Colorado', que es como lo llaman los chicos cariñosamente para hacerle burla al viejo Ariel, su chófer, Mónica la recibe con la mayor de sus sonrisas. Para Maru es una alegría inmensa saber que su amiga la espera con la merienda preparada. Desde muy niña no cambia su sandwich y su yogur. Bueno, ahora ella prefiere el yogur bebible, porque dice que le resulta más suave y fresco.

Después de la merienda, Maru llega a casa y se sienta un rato entre sus libros, repleto de hojas ya amarillentas por el paso del tiempo. Se crió en el seno de una familia muy humilde y los heredaban de generación en generación. Entre sus páginas a veces descubre los mensajes inocentes de aquellos niños que se confesaban su amor dibujando corazoncitos. Algunos de estos dibujos se convirtieron en los primeros besos de sus abuelos.

Su falta de vista tampoco le ayuda a estudiar todo lo que ella quisiera. Sus débiles ojos, cansados de esforzarse, se le empañan a veces por las lágrimas de esa impotencia que siente cuando piensa en la posibilidad de un sueño que se desvanece.

Pero lo que más le cuesta es la clase de Gimnasia. No entiende para qué necesita saltar el trampolín y dar dos volteretas, si ella a lo único que aspira es a ser una prestigiosa abogada el día de mañana. Mientras muchos de sus compañeros piensan que el profesor 'le tiene manía', ella guarda entre sus cartas la verdad de un amor confesado por la favorita de sus alumnas.

- No te vayas nunca.

Maru no quiere que nada de esto la distraiga. Ella le juró a su padre, en su lecho de muerte, que terminaría el secundario y entraría en la Universidad para devolverle el esfuerzo de una educación que él nunca pudo tener. Ahora que su padre ya no vive, Maru tiene claro que el apoyo de su profesor particular le va a ayudar a cerrar, por fin, este capítulo...



... pero carajo, Cristina Kirchner...

¿¡¡¡NO CREES QUE TE ESTÁS PASANDO CON EL NIVEL DE LOS EXÁMENES!!!?


Javi, El Gaucho Canario

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